Dicen las malas lenguas (y las no tan malas) que nadie es profeta en su tierra, también que uno de los peores defectos que tienen los leoneses es el hecho de ser un pueblo muy cainita, que el leonés se queda achusmando detrás de la sebe observando la procesión; si a la procesión acude mucha gente, irá corriendo a coger el farol y a ponerse en cabeza, pero si va poca gente, irá corriendo igualmente mas al bar, a criticar el fracaso del evento y a pontificar sobre cómo debería haberse organizado. Cierto es que no tiene demasiado sentido ni lógica hacer mucho caso a los estereotipos pero, tampoco nos engañemos, siempre surgen por algo.
Cuando hablamos de León, estamos hablando de un territorio que reúne, desde un punto de vista geográfico, una serie de innumerables privilegios que inevitablemente darán como fruto una gastronomía de absoluto primer nivel. Nuestra provincia alberga una de las mayores reservas de acuíferos de Europa, un espacio recorrido por innumerables ríos que suponen una impagable garantía de pesca de sabrosas especies como trucha o cangrejo, de regadío para terrenos cultivables o de abundancia de humedales donde el ganado puede consumir el mejor pasto que repercutirá directamente en su calidad cárnica. De igual manera, nuestro clima mediterráneo de influencia continental, además de favorecer todo lo anterior, es ideal para la producción y curación de incomparables embutidos. ¿La conclusión de todo esto? La retahíla que todos conocemos ya: Cecina, chorizo y morcilla de León, Botillo del Bierzo, Cocido Maragato, Ancas de Rana, Alubias a la bañezana, bacalao al ajo arriero, vinos D.O. León o Bierzo y así hasta un sinfín de productos cuya simple enumeración podría llenar este artículo. Pero no van por ahí los tiros.
A pesar de ese posible cainismo del que hablábamos al principio y que queremos creer va menguando con el paso de los años, los leoneses somos perfectamente conscientes de que uno de nuestros puntos fuertes es la gastronomía, es de lo primero que presumimos de cara a los de fuera y es, en sí misma, un motivo más que suficiente para que el forastero venga a visitarnos. Con todo y con ello, la pregunta es obligada: ¿De verdad se está potenciando y promocionando la gastronomía leonesa tanto y tan bien como en algunas ocasiones se nos quiere mostrar a través de notas de prensa e iniciativas que supuestamente serán la solución o el impulso definitivo para nuestros productores? Nosotros simple y llanamente creemos que no y para muestra un botón: la gente se sorprendería si fuera consciente de la cantidad de llamadas de usuarios del centro y sur de España que, aún hoy, recibimos en el número de atención al cliente de nuestro proyecto de venta online de productos gourmet leoneses, La Tienda Online de León, preguntando cuestiones como qué es un botillo.
Desde hace años, la principal alternativa de la que se ha dispuesto es formar parte de una marca de calidad, Tierra de Sabor, que en realidad lo único que hace es diluir la exclusividad, disparidad y protagonismo más que merecido de los productos leoneses dentro de los de otras ocho provincias, que por supuesto merecen todo el respeto del mundo y en las que no nos cabe duda de que se producen deliciosos manjares, pero sería absurdo negar que este procedimiento no deja de contribuir a uniformizar y restar a nuestros productos su singularidad, cosa que siempre supone uno de los principales potenciales de cara a la promoción y comercialización exterior. Esto ya sin entrar demasiado en que desde el principio esta marca, en tierras leonesas, no ha estado exenta de polémica en el eje político, generando reparos en parte de la sociedad a la hora de comprarla y, por consiguiente, incomodidad en productores a la hora de decidir si pertenecer o no a ella, optando sin remedio en muchos casos por la primera opción al carecer de ningún tipo de alternativa.
La falta de atención que la provincia de León ha recibido por parte de todos los gobiernos de España ha producido desmantelamiento de minería, pérdida de tejido industrial, deslocalización empresarial y a consecuencia de todo esto despoblación. Y por más que no sea una buena noticia, hoy sectores como el turismo y la hostelería suponen uno de los principales motores económicos de esta provincia, motivo más que suficiente para que las administraciones leonesas y su clase política se vuelquen sin ambages, tibiezas o vasallajes en su promoción. Quizá sea hora de apostar fuertemente por la marca Productos de León, algo que debe ir más allá de simplemente poner una pegatina en un producto o hacer una feria al año en la que sacarse fotos de cara a la galería, hasta lograr que un extranjero no asocie España solo al Jamón Ibérico o al vino de La Rioja, sino también a la Cecina de León o el Botillo del Bierzo. Y esto no es ninguna ensoñación, a la altura de ello están.
Los productores y comerciantes de productos leoneses ya hemos sufrido mucho la cultura del sacrificio, la resignación y el “no es el momento”. Abramos los ojos o el futuro de nuestra tierra y concretamente este sector no tardará en cerrarlos para siempre.
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